domingo, 8 de abril de 2012

Huilo Ruales


(Ibarra, 1947) Narrador y poeta. En los ochentas integró el Taller de Literatura de la Casa de la Cultura Ecuatoriana dirigido por el novelista Miguel Donoso Pareja. Fundador del colectivo La pequeña lulupa, y del grupo literario Eskeletra. En 1983 obtuvo en París el Premio Hispanoamericano de Narrativa "Rodolfo Walsh". El escritor Cristóbal Zapata, anota: "Ruales no se contenta con pasear la mirada por lo lumpesco, sino que a través de una prosa violentamente poética -con fuerte acento expresionista-, explora este mundo hasta provocar la explosión de 'lo ultralumpenesco' que es su gran pasión, su particular empeño estético. Ruales escribe 'como un perro que escarba su hoyo, una rata que hace su madriguera', según la fórmula de Deleuze y Guatari sobre la práctica de la literatura menor, para eso, ha debido encontrar su 'propio punto de subdesarrollo, su propia jerga, su propio tercer mundo, su propio desierto'."



El mujeriego


Mónica Belucci entra sin pedir permiso y se dirige a mi habitación casi sin darme tiempo a esconder en el clóset a Nicole Kidman. Furiosa, me da una bofetada que por poco me destornilla la cabeza.
Qué hacías anoche con Catherine Zeta Jones, me dice, carimojada de lágrimas y rimel. Nada, hablábamos sobre los periodistas secuestrados en Irán. Farsante, por qué entonces tenías tu carota de Frankestein hundida en sus pechos de silicona.
Estaba sollozando de la pena de la muerte del Papa vegetal y cuando sollozo necesito pechos, desde niño fui así.
Eres un crápula.
No te disgustes, le digo, mientras abro su blusa sintiendo desde ya las ondas tibias que emanan de sus senos divinos.
Los siete mugrientos gatos de mamá maúllan de hambre y también de dolor a causa de sus bastonazos severos y cariñosos.
-Ya está listo tu desayuno, miamor, ¿te lo llevo o desayunas acá en la cocina? -grita mamá, sin salir de su tos eterna que parece combatir con los maullidos y el estruendo de las viejas ollas.
Me gustaría gritarle: prefiero que me lo traigas. Vieja maldita, farsante, que no puede ni con ella misma. Pero cómo responderle, si la lengua de Mónica, como una anguila luchando contra la muerte en una playa nocturna, coletea desesperada al fondo de mi boca.

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